Arquetipo de una mujer: Olga, Venganza de marido (cuento fantástico). Maleni Cervantes

 

Desde siempre hemos visto cómo la figura de la mujer ha asumido distintas funciones. Tenemos una mujer que antes de la llegada de los españoles era considerada parte fundamental de la sociedad, al menos como deidad, el ser que daba la vida. Después de la conquista la figura de la mujer en segundo plano: debe de ser sumisa, cuidar de su familia o de su virginidad como el mayor de los tesoros.

También hemos observado la construcción de otros arquetipos, la mujer como el ser que provoca la discordia de los hombres o su perdición, es aquí donde encontramos una serie de personajes femeninos que van desde Eva a Helena de Troya. Mas, no son estas las únicas figuras que conllevan una carga negativa en cuanto a su significación, sino también las mujeres que cometen adulterio o se dedican a la prostitución. Mujeres que han de ser juzgadas y rechazadas en su sociedad, que terminan con desenlaces fatales como el suicidio en el caso de Madame Bovary y Anna Karenina.

En este punto, en este contexto histórico con sus normas de conducta, encontramos el cuento “Venganza de marido (cuento fantástico)” de Manuel Puga y Acal, que ejemplifica la figura de la mujer como elemento de discordia y perdición de los hombres, afirmación por demostrar analizando las descripciones de la figura femenina en la obra.

En este texto veremos la temática de la seducción y del deseo por cometer una infidelidad, aunque para llevar a cabo esta última sería necesario asesinar a una persona. Dentro de la narración tenemos al general Tieffel, un embajador ruso, y a Micowsky, poeta y secretario del embajador, los cuales son muy buenos amigos. Micowsky debiéndole gran parte de lo que era al viejo general. Es necesario mencionar que estos personajes serán marcados como las víctimas de los hechos. El primero, como el hombre engañado y asesinado a causa de una mujer sin sentimientos. El segundo, como el hombre que fue seducido y llevado por el camino de la perdición que desembocaría en el asesinato de su gran amigo.

Aquí, es donde entra la figura de Olga, la mujer que provoca que toda la trama se lleve a cabo. Esta mujer será quien decida el final de su marido y quien seduce a Micowsky para llevarlo a cometer un asesinato. Acciones que no pasaran desapercibidas por el escritor quien decide que ella habrá de asumir las consecuencias, siendo el mayor castigo su muerte luego de que haya pasado la noche con su difunto marido, quedando horrorizada y muriendo por esta razón: “la princesa Olga murió al día siguiente de una fiebre cerebral y fue enterrada con su esposo, en el mismo sepulcro” (Puga y Acal, s.f.: 28).

Debemos de tener en cuenta el contexto en el cual se estaba desarrollando la obra. Desde esa época se tiene la idea de que la mujer debe de poseer ciertas características. Estas se relacionan con el arquetipo del marianismo que de acuerdo con Schurtz podríamos decir que hay al menos tres características principales, toda mujer debe de ser: “sacrificada, sufrida, sumisa” (Rózanska, 2011). Rasgos que nos hacen suponer que la mujer debería de actuar con pasividad ante la figura de los hombres y lo que nos ayudaría a pensar en la mujer casada como una persona que se someterá al esposo sin hacer nada que pueda dañarlo.

No obstante, en contraste con este aspecto veremos que, en el cuento, la mujer es caracterizada, primero que nada, por una belleza que cautivaría a cualquiera que se le pusiera enfrente “era la princesa una de esas mujeres en quienes parecen haberse unido los extremos más opuestos, para formar un adorable a la vez que un incomprensible contraste” (Puga y Acal, s.f.: 25). Aquí la belleza no es sinónimo de rebeldía o señal de “alarma” en cuanto a la actitud ideal, sino la manera en la que ella se desenvuelve con el secretario de su esposo: “aquellas miradas, que pasaban inadvertidas para todos, turbaban profundamente a aquel a quien eran dirigidas” (Puga y Acal, s.f.: 25). Aspecto que nos rebela que esa mujer no cumple con las características de una mujer recatada, sino con las cualidades de lo que sería una mujer libertina que coquetea con los hombres, y no sólo eso, sino que los provoca al grado de ponerlos nerviosos como lo era el caso de Micowsky.

Al observar dicho contexto, notaríamos lo que sería una situación de posible infidelidad. El coqueteo con otro hombre que no era su marido haría suponer al lector que se trataba de una mala mujer que estaba haciendo cosas que no eran bien vistas por la sociedad decimonónica. No obstante, aquí cabría hacer la comparación con la infidelidad realizada por los hombres, desde la antigüedad hasta ahora se puede percibir que la infidelidad puede ser consumada, los deseos son satisfechos y no sucede nada. Justificándose la situación con que el hombre tiene una parte bestial y las mujeres que se involucran con ellos también son animales que se dejan guiar por sus instintos (Montecino, 2003). Entonces, ¿cuál sería la definición que nos podría ayudar a hablar de Olga como una mujer dentro del relato y su contexto? ¿También asumiría esta parte bestial? ¿O sólo la perspectiva de una mala mujer que no respeta a su esposo?

Por otra parte, Olga es descrita como una mujer frívola que no siente remordimientos y que hace las cosas un tanto “psicópata”, como lo fue al pedirle a Micowsky que asesinara a su marido: “nada en el semblante de aquella mujer revelaba el arrepentimiento, ni dolor, ni inquietud siquiera. Esperaba a su criminal amante con la misma impaciencia serena con que una recién casada esperaría a su esposo” (Puga y Acal, s.f.:27). En este fragmento se refleja una mujer sobrepasando los límites, según ella no rompe con las normas sociales, pero por culminar su amor prohibido con el secretario es capaz de realizar atrocidades peores que faltar el respeto a su relación.

Aquí, no vemos a esa mujer sacrificada o entregada. Si una mujer es relacionada con la facultad de ser “más sensible, más emotiva” (Montecino, 2003), Olga sería la representación de todo lo contrario, una mujer sin atisbos de remordimientos por hacer aquello que desea, no expresa emociones con relación a los actos más atroces con tal de lograr su acometido.

Y, este punto también lo notaremos en la persuasión que hace sobre Micowsky cuando trata de convencerlo lo hace por medio de un lenguaje manipulador, cita en la que notaremos cómo ella le recrimina a Micowsky la atracción entre ambos, pero al mismo tiempo no sólo le reclama, le exige que haga algo para que cambien las cosas entre ambos:

 

¡Te falta valor!... ¡Ah!... no te faltó cuando, artero y tenaz, viniste a despertar en mi corazón pasiones muertas, apoderándote de todas las facultades de mi alma, que hoy te pertenece toda entera y de todos los deseos de mi cuerpo, que sólo aspira a la dicha de estar entre tus brazos. ¡Te falta valor! No te faltó, cuando día a día, sin tregua ni descanso, tejiste la tela en que mi corazón debía encontrarse presa, en que mi voluntad debía enervarse. ¡Cuántos meses, cuántos años he resistido a la fatal influencia de tu amor! He luchado contra ti con toda la fuerza que me han dado la conciencia del deber y el orgullo de mi altiva raza. Pero mi conciencia ha cedido y mi orgullo se ha doblegado. Impotente ya, un día te confesé que compartí tu amor. Bajando por primera vez a frente agobiada con el peso de la culpa, te abrí mi corazón para que vieras cómo tu ser todo entero ha penetrado hasta el más recóndito de sus pliegues. Te he descubierto toda la ternura que para ti he atesorado en tan largas horas de silenciosa lucha, y cuando me ves próxima a caer en tus brazos, te alejas... ¡y te falta el valor!... (Puga y Acal, s.f.: 26).

 

Este fragmento es al mismo tiempo, el punto de intersección de la figura de Olga con el arquetipo de la mujer que causa enemistad, que lleva a la destrucción y acarrea males a los hombres. Es decir, se relaciona con la figura de Eva, conlleva una serie de rasgos siendo la “causante de todos los males de la humanidad, representante de la debilidad ante el pecado, demonio, prostituta, mujer-antimodelo” (Rózanska, 2011).

En conclusión, vemos la construcción del personaje femenino en contraposición de los estereotipos relacionados con la mujer. Notamos que todas las descripciones que hacen de él sirven para dotarlo de una frialdad y ausencia de sentimientos reflejando en su carácter la actitud de un ser capaz de destruir la amistad de dos amigos y de mandar asesinar a su esposo por su deseo impuro, un amor prohibido.

Es decir, Olga se convierte en el símbolo de la destrucción y discordia, del pecado, la causante de un asesinato y todo por no querer cumplir con las normas morales estipuladas. Lo que nos ayudaría a relacionar su imagen con un arquetipo ya conocido de la figura de la mujer libertina o prostituta que como bien lo menciona Rózanska (2011) se vincula con la figura bíblica de Lilith, donde una mujer al optar por su sexualidad terminará por convertirse en la causa de la destrucción de algo, en este caso la destrucción sería la muerte de su marido y la suya.

 

Referencias

Cocimano, G. (2005). La mujer, una metáfora latinoamericana. Escáner cultural. 75(7). Recuperado de: http://www.escaner.cl/escaner75/ensayo.html

Montecino, S. (2003). Mitos y arquetipos chilenos de género. Recuperado de: https://patrimonio.cl/archivo/arqutipos-chilenos-de-femeneidad/

Puga y Acal, M. (Sin fecha). “Venganza de marido. (Cuento fantástico)” en Literatura jalisciense del siglo XIX. Guadalajara: sin información.

Rózanska, K. (2011). Los arquetipos de la mujer en la cultura latinoamericana: desde la cosmovisión precolombina hasta la literatura contemporánea. Romanica.doc. 1(2). pp. 1-11. Recuperado de: https://www.yumpu.com/es/document/view/14443425/los-arquetipos-de-la-mujer-en-la-cultura-latinoamericana-desde-la-