Breve instructivo para barrer (Maleni Cervantes)

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Si quieres barrer a continuación te daré las indicaciones pertinentes para que realices esta labor de manera adecuada. Aunque, lo primero que debes de tener en cuenta es el contar con los materiales requeridos, porque no te gustaría ser como ese dicho en el que las personas van a la guerra sin armas, ¿a qué irías si no tienes con que trabajar?, ¿a comer moscas? En el mercado encontrarás una gran cantidad y variedad de escobas. Consigue la que mejor se acomode a ti. La escoba es el espejismo más directo de la persona que barre con ella. Una escoba que es utilizada tanto para el baño como para el interior de la casa, habla de alguien despreocupado y sucio, tal vez, una persona inmadura que no sabe lo que quiere. Si se tiene una escoba para el baño, otra para el interior de la casa y una más para la acera, eso indica la capacidad de organización y limpieza de una persona, por lo que estaríamos hablando de alguien exitoso, una persona que tiene al alcance de sus manos el reconocimiento y la riqueza. Mientras que, si una escoba tiene las cerdas quebradas y repletas de cabellos, significa que la persona de esa casa sufre de estrés e irritabilidad, carece de paciencia y tacto con la gente. Cuando se tiene una escoba color verde se habla de armonía y prosperidad en el hogar, pero si es roja se habla de romance y pasión. Otro aspecto que debes de considerar a la hora de comprar una escoba es la gran variedad de ellas, no sólo en colores sino en presentaciones. Te adjunto un pequeño listado de tipos de escobas que encontrarás: la corta, la de bruja, la de abanico, la de siete hilos, la romana, la veneciana, la de vara y la de mijo. La escoba de bruja yo la recomiendo para barrer aquellos lugares que están dedicados a cocinar la carnita asada con ayuda del carbón. La de mijo para limpiar nuestras aceras de una manera delicada y eficaz. La de siete hilos para organizar nuestra cocina, puesto que puede llegar a esos países recónditos que existen bajo nuestros refrigeradores y estufas. La corta para tallar el piso de nuestros baños, donde ponemos todo nuestro esfuerzo para arrasar con los hongos y el sarro. La romana para lavar nuestros patios, entre tallar y deslizar llevándonos el polvo y la tierra acumulada. La de vara para nuestras azoteas haciendo rodar esas piedritas que se acumulan quién sabe cómo ahí arriba. La de abanico para deslizar esos cabellos y pelusa que se camuflan en el suelo de los cuartos. Por último, la veneciana para asear aquellas áreas comunes en las que recibimos cortésmente a nuestros invitados, es decir, las salas de estar. Ahora que conoces la función de cada una de las escobas existentes en el mercado, te invito a organizarlas por color y rutina de uso. Para ello puedes nombrarlas o numerarlas, acción que te puede ayudar a realizar el inventario del que hablaremos más tarde. Toma un descanso. Mientras reposas, es necesario que te coloques frente a la mesa con un cuaderno que tengas a la mano. En una hoja en blanco escribirás tu rutina de aseo, te recomiendo que comiences de dentro hacia afuera, del comedor hacia la acera y patios, de tal forma que no quede basura o partícula de polvo en tu hogar. Por otro lado, este punto se conectará con el anterior. Puesto que habrás de ordenar tus escobas conforme a la rutina de limpieza que acabas de idear. Ya que tienes esto en claro, es necesario que vayamos de nuevo al mercado. Es hora de comprar nuestro fiel compañero de batalla: el recogedor. De nuevo, debemos de prestar demasiada atención en ello. El recogedor es la pareja ideal de nuestra escoba, no podemos tener un recogedor de basura articulado perfeccionado trabajando de la mano con una escoba bruja. Cada recogedor tiene sus características propias. Pueden ser de metal, aluminio o plástico. Sus medidas pueden variar al igual que su agarradera o vara. Puede que estén destinados a dar un servicio básico, pero los hay especiales para poder limpiar hasta la más mínima molécula de polvo o cabello, así como también existen aquellos que tienen una parte especial para limpiar las cerdas de las escobas. Lo ideal es al menos comprar un recogedor de mano, otro de vara y uno especial. Con la experiencia sabrás el por qué de cada uno de ellos, así como sabrás identificar su compatibilidad con las diferentes escobas. Si no me crees, permíteme hacer un paréntesis. Te contaré una anécdota. Cuando yo era apenas un chico de unos cinco o seis años, mi madre me ponía a limpiar los patios. Para ese entonces yo sólo conocía dos tipos de escoba, la corta y la de siete hilos. Sin embargo, yo no entendía la función de cada una, por lo que lo mismo me daba barrer las hojas de los árboles con la corta o la otra. Un día mientras barría unas hojas secas en otoño, pude percibir en las cerdas de mi escoba un pequeño sonido proveniente de ellas. Parecía que se trataba de un quejido, un “auch” casi imperceptible. Me puse en cuclillas y presté más atención. La escoba misma me estaba hablando. Con mis acciones despreocupadas yo la estaba lastimando. Una escoba corta barriendo el cemento. ¡Qué barbaridad! La escoba lloraba en silencio, pero esa ocasión no pudo ocultar más su sufrimiento. Al acercarme a las cerdas me explicó su función, me dijo lo equivocado que estaba y lo inútil que sería que intentará que todo quedara limpio cuando ella no barría, sino que cepillaba. Me habló de la historia de las escobas. Esa que casi nadie conoce más que en época de Halloween. La vieja leyenda de que las escobas no eran un material de trabajo, sino un medio de transporte para las hechiceras en la Edad Media. Me contó los viajes de su tatarabuela por el monte de Venus, digo por el monte de Prípyat. Me habló de cómo su madre había creado un libro llamado El secreto de las brujas: escobas místicas y la torre de Babel. No entendía nada, a la vez que sentía que comprendía todo. Me imaginé todos los tipos de madera que habían servido de mangos. ¿Qué se sentiría ser una escoba de palacio?, ¿qué significaba serlo de una prisión?, ¿qué fue de las escobas que vivieron en los manicomios de hace dos siglos?, ¿qué sentirán las escobas que han sido arrumbadas por las aspiradoras? Todos estos misterios se encontraban en ese libro, y yo tendría que recuperarlo, adueñarme de él. Sin saberlo, había encontrado mi profesión: barredor especialista. Era normal que yo me mantuviera absorto escuchando esas revelaciones, al tiempo que pensaba en mi futuro. No obstante, mi madre al percatarse de que no había terminado con mis labores por estar platicando con la escoba, me jaló una oreja y me llevó dentro de la casa. Se fastidió por mi falta de responsabilidad, a la vez que me puso a hacer la tarea. Yo traté de terminar con mi tarea lo más pronto posible, para así poder regresar a terminar de barrer el patio y continuar con mi conversación con la escoba. Pero mi madre no me lo permitió, puesto que ella ya había terminado de barrer y ya había guardado la escoba. Los días siguientes, por una u otra razón, mi madre no me dio la oportunidad de hacer esta hermosa labor. En mi interior, yo me sentía insignificante, los nervios me carcomían el alma, me rascaba todo el cuerpo, me sentía intranquilo, necesitaba ver esa escoba, explicarle mi ausencia, pedirle que me revelara la ubicación de su libro familiar. Al ver que no podía encontrarme con esta escoba, todas las mañanas al salir de la escuela, llegaba a una tienda, me dirigía al pasillo de limpieza y me acercaba a otras escobas. Traté de mil maneras distintas para lograr que ellas me hablaran, pero ninguna me respondía. El señor del local habló con mi madre, le expusó lo inusual de mi conducta y le recomendó que me llevaran a un psiquiatra. Ella no accedió, creyó que se trataba de una broma mía para llamar su atención. Sin embargo, se me prohibió ayudar con este quehacer en casa. Pasó un mes en el que fingí que ya no me interesaba por las escobas y sus secretos. Fingí ser un niño normal, hasta que de nuevo se me dio la oportunidad de ayudar en casa. Fue un veintitrés de mayo cuando pude ver de nuevo a mi escoba, pero esta se resistió a hablar conmigo. Supuse que, entonces, todo había sido producto de mi imaginación como habían insinuado los adultos. Así hasta que, la tarde de un sábado, la escoba me llamó y reclamó mi ausencia, me dijo lo sola que se había sentido desde que yo ya no barría con ella. La escuché atento. Después, le expliqué lo sucedido. En cuanto a las escobas del super, me dijo ella que ninguna podría hablar hasta cobrar vida al ser compradas o utilizadas por primera vez, puesto que tiene que haber una persona que les regale una chispa de su esencia para que despierten a la vida. Todo estaba perfecto, la plática pasó entre risas y anécdotas, hasta que ella me pidió un favor. Mi madre tenía únicamente un recogedor de lámina que había improvisado con ayuda de mi abuelo. Este recogedor, como era de esperarse, era viejo y estaba oxidado, por lo que lastimaba sus cerdas. Además, me contó que este recogedor al haber pasado por muchas escobas se daba aires de grandeza, amenazando con cambiarla por una escoba más joven y de cerdas de goma. Estas palabras la lastimaban, ella siempre había soñado con un recogedor de mango largo y de plástico. Quería tener una historia de amor perfecta como aquella que había leído en el libro escrito por su madre. Fue en ese momento que yo aproveché para hacer un trato con ella. Si yo conseguía un recogedor apropiado para ella, ella me revelaría dónde se encontraba ese libro del que tanto me hablaba. Ahorré el dinero que me daban todos los domingos por dos meses, hasta que compré un recogedor de basura articulado perfeccionado. Al llegar y presentárselo a mi escoba, ambos se miraron y se dieron cuenta de que lo suyo nunca podría ser. Ella era demasiado básica, y él demasiado egocéntrico como para que su relación funcionara. A partir de ese momento, mi madre cambió de escobas y consiguió unas acordes a mi nuevo recogedor. Jamás volví a ver a mi escoba, y no pude hablar de nuevo con otras escobas, por más que lo intenté estas no respondían, y si lo hacían no sabían nada al respecto. Por eso te recalco la importancia de compatibilidad entre escobas y recogedores, las escobas son especiales como los capricornios, y los recogedores son igual de volátiles que los géminis. ¿Cómo habrían de funcionar si no se tiene una conexión real previa? No quieres quedarte con la duda de uno de los tantos secretos revelados por tus escobas sólo porque no supiste elegir el recogedor adecuado. Eso dejaselo a un niño de seis años que recién está descubriendo el maravilloso mundo de la barrida, pero tú no seas tan ignorante. Ahora que ya tienes a la mano todo tu material, pasaremos a la parte fundamental. ¿Cómo debemos de barrer de manera adecuada? Antes de que hablemos de ello, de nuevo, me gustaría hacerte una que otra advertencia: si no te enseñas a sujetar la escoba, tus manos presentarán callosidades; si no aprendes la técnica adecuada, dejarás moléculas de suciedad a lo largo de tu casa. ¿Te arriesgas? Si tu respuesta fue no, ¿qué haces aquí leyendo? Si tu respuesta fue sí, pues a practicar se ha dicho. Lo primero que debes de hacer es seleccionar la escoba que utilizarás para la acción que pretendes realizar. Ya que la seleccionas la tomas con ambas manos. Con la izquierda sujetas y aplicas presión, con la derecha diriges hacia dónde habrás de llevar el cabezal de la escoba. Pero, ¡ojo!, ¡no vayas a caer en el error común! Cuando barremos es normal que muchos de nosotros nos equivoquemos a la hora de hacer el movimiento de barrido, por lo que separamos el cabezal de la escoba del suelo y sacudimos de un lado a otro. Si hacemos esto, en vez de barrer de una manera apropiada, estaremos levantando una nube de polvo que nos puede causar tapones en la nariz e irritación en los ojos. Lo ideal es deslizar hacia una sola dirección el cabezal de la escoba sin separar del suelo, así todo el polvo se acumulará en un solo lugar sin causarnos ningún disgusto. Repetirás este movimiento en toda la superficie que desees limpiar. Concentrando todo el polvo, basura y sociedad en un sólo sitio que llamaremos el vértice de limpieza. En el vértice de limpieza es donde sucede toda la magia. El recogedor y la escoba habrán de encontrarse, y dependiendo de su compatibilidad será el porcentaje de limpieza que obtendrás en las superficies barridas. Colocas el recogedor frente a la basura acumulada, la escoba la pones detrás de esa basura con dirección paralela al recogedor. Con tus manos diriges la escoba hacia el recogedor en un sólo movimiento suave y tranquilo, sin separar el cabezal del suelo. Repite este movimiento las veces que sean necesarias. Seguido de esto, tomas el recogedor y lo vacías en un contenedor de basura que puede ser de distintos tipos: una bolsa, caja o recipiente (más conocido como bote de basura). Por último, tomas tus utensilios de limpieza y los guardas en el lugar correspondiente. Como te darás cuenta, eso es todo lo que necesitas saber en cuanto a la labor de barredor. No obstante, antes de retirarme, me gustaría que tomes en consideración otras dos cosas: si quieres saber del libro que te comenté, platica con tus escobas hasta que ellas te den respuesta, no te desesperes, toda recompensa es precedida por un gran esfuerzo. Por otro lado, nunca barras con la puerta abierta. Si una mariposa entra en tu hogar eso significa que una de las personas que viven en ese lugar habrá de emprender un largo viaje. Al menos eso me dijo mi madre, un día mientras ella barría una mariposa entró y se posó en el sombrero preferido de mi papá, luego de eso él se fue de casa y ya no regresó. A lo mejor y por eso la escoba me contó del viaje para encontrar el libro, a lo mejor mi padre y las escobas tienen mucho que ver.